Los “Castrati” ofrecieron al mundo la ilusión de una perfección, la del canto. Existieron desde el Antiguo Egipto, pero fue en el siglo XVIII especialmente, cuando la práctica castradora pudo llegar a crear un espécimen vocal casi perfecto, que, tras un proceso quirúrgico traumático, en el caso de dar sus frutos, satisfaría al público operístico de la época, en lo artístico, y a la familia del castrado, en lo económico. Todo por conseguir pulmones de hombre y voces de mujer.
Ámbito Cultural, junto al compositor y director de orquesta Ramón Torrelledó, nos invitan a conocer más sobre los castrati, o cómo el esteticismo se apoderó de los teatros, de los salones y de los palacios durante gran parte del siglo XVIII.