Era la telenovela perfecta: ella, la actriz del momento; él, un político en ascenso. Se enamoraron y casaron, y de la mano llegaron a la Presidencia de México. Enrique Peña Nieto y Angelica Rivera planearon su futuro en una casa, la casa blanca de Sierra Gorda 150, que ocultaba un red de mentiras, negocios y corrupción.
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