La gran mayorÃa de los cientos de reyes y reinas de Egipto, aunque famosas en todo su paÃs, eran más o menos desconocidas en el mundo exterior. Cuando terminó la era dinástica y se perdió la escritura jeroglÃfica, las historias de las reinas quedaron olvidadas y sus monumentos fueron enterrados bajo las arenas de Egipto. Pero Cleopatra habÃa vivido en una época muy alfabetizada y sus acciones habÃan influido en la formación del Imperio Romano; su historia no pudo ser olvidada. Octavio (el futuro emperador Augusto) estaba decidido a que la historia romana se registrara de una manera que confirmara su derecho a gobernar. Para lograrlo, publicó su propia autobiografÃa y censuró los registros oficiales de Roma. Como Cleopatra habÃa desempeñado un papel clave en su lucha por el poder, su historia se conservó como parte integral de la de él. Pero se redujo a sólo dos episodios: sus relaciones con Julio César y Marco Antonio. Cleopatra, despojada de toda validez polÃtica, serÃa recordada como una mujer extranjera inmoral que tentaba a los hombres romanos rectos. Como tal, se convirtió en un enemigo útil para Octaviano, quien preferÃa ser recordado por luchar contra extranjeros en lugar de contra sus compañeros romanos.