El Mariscal Gueorgui Zhúkov fue un héroe ruso de la Segunda Guerra Mundial. Un general brillante que había sido el cerebro de la Batalla de Stalingrado, en la que había rodeado y aniquilado a la Wehrmacht. La historia parecía repetirse. En el frente oriental de Korsun-Cherkassy, 60.000 alemanes estaban atrapados entre un río helado y 250.000 enemigos rusos. Pero esta vez, Zhúkov se enfrentaba a un tipo de nazi muy inusual: Léon Degrelle. Léon Degrelle no era alemán, sino belga. Un político fracasado cuya devoción por Adolf Hitler le había convertido en un simple soldado del ejército alemán que posteriormente ascendería a comandante de las SS.