El Alto mando alemán preveía que los ejércitos rusos, tomados por sorpresa, fácilmente se desmoronarían.
Stalin asistió con sorpresa a la inesperada invasión y tardó algún tiempo en reaccionar. Los grupos de ejército alemanes avanzaron sin grandes obstáculos por las estepas rusas con su habitual celeridad. Causaron enormes pérdidas al ejército soviético y capturaron cientos de miles de prisioneros. Para frenar el avance germano, Stalin ordenó consumar una estrategia de "tierra quemada". Con ello lograría dificultar a los alemanes su abastecimiento durante el invierno.