El Ártico: una extensión monótona de hielo perpetuo, pero incluso aquí se abatió la furia de la Segunda Guerra Mundial. Una batalla por recursos minerales e intereses estratégicos. En 1940 las fuerzas alemanas ocuparon Dinamarca y Noruega virtualmente en una noche. Asegurarse el control del norte de Europa era vital para los nazis: sin los recursos de hierro y níquel de Escandinavia, Alemania no podría haber combatido más de 12 meses. Cuando en 1941 comenzó la invasión de la Unión Soviética, parte de las fuerzas alemanas se emplazaron en Escandinavia para penetrar en territorio soviético desde el norte. Su objetivo era Murmansk, el puerto norte libre de hielo más importante, a través del cual se abastecían los soviéticos. Sin embargo, temperaturas que bajaban hasta 60º bajo cero, una tundra carente de carreteras y la feroz resistencia del Ejército Rojo frenaron la ofensiva desde el inicio. Miles de soldados pasaron el invierno atrapados. El férreo deseo de tomar Murmansk desvió entonces el conflicto hacía el océano. No obstante, el despliegue de fuerzas en el océano Ártico era una invitación al suicidio. Este documental, dividido en dos partes, hace acopio de testimonios presenciales, material inédito y privado, para explorar uno de los capítulos más desconocidos de la Segunda Guerra Mundial.