La provincia de Prusia Oriental, que se extiende a lo largo de la costa sudeste del Mar Báltico, es conocida por sus espectaculares paisajes y su antigua nobleza terrateniente. La capital, Königsberg, es aún su centro espiritual. Fue aquí donde Adolf Hitler, después de prometer ayuda a los agricultores más pobres, así como el nacionalsocialismo, cautivaron a Prusia Oriental, al tiempo que la desilusión con la República de Weimar colocaba también a gran parte de la nobleza de su lado. Todo ello hizo que los habitantes de esta región adoptaran una actitud entusiasta ante la vorágine del terror y la guerra.
Presentamos un retrato del convulso período entre 1932 y 1945, que puso un final dramático a casi ochocientos años de la existencia de Prusia Oriental. Una nueva era comenzaba y el estado quedó dividido. Königsberg, el antiguo puesto de avanzada del Reich alemán hacia el Este, se convirtió en Kaliningrado, la nueva ciudad de la Unión Soviética que miraba hacia Occidente.