Solita trata de dilucidar por qué siente una mezcla de inmensa alegría y tristeza, pero su ingenuidad no le permite descubrirlo. Mientras tanto, Hilario recuerda con cariño y nostalgia a Rosario, la madre fallecida de Solita y Tribilín; y le confiesa acongojado a la memoria de su hija que sabe que Soledad ya está enamorada de Rubén.