Materia Oscura es un programa especializado en Ciencia del periodista José Manuel Nieves. Universo, física, hallazgos, nuevas investigaciones… Todo pasa por el tamiz de Nieves.
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La mayoría ni siquiera cae en ello, pero cuando observamos nuestro entorno, ya sea la televisión, una estrella lejana o una conversación cara a cara en un bar, siempre estamos viendo el pasado, nunca el presente. Este fenómeno se debe a la distancia y al tiempo que tardan las señales en viajar hasta nuestros ojos y ser procesadas por nuestro cerebro. Cuando observamos algo, ya sea a la persona que tenemos enfrente o a una estrella lejana, lo que vemos son los fotones de luz que rebotan en esos objetos y llegan hasta nuestra retina.
Todo esto lo sabemos hace ya mucho tiempo, y si ya era de por sí duro para nuestra definición de lo que es la realidad, la cosa se complica aún más con el trabajo de un equipo de investigadores de la Universidad de California, que han dado un paso más allá y afirman, además, que lo que vemos no es más que una ilusión del pasado, y no solo por lo que acabo de explicar, sino porque nuestro cerebro es demasiado lento para procesar en tiempo real toda la enorme cantidad de información y de estímulos visuales que recibe continuamente.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Princeton ha llegado a una conclusión que podría cambiar nuestra comprensión del universo para siempre. Sabemos que el universo se está expandiendo, pero estos científicos sugieren que esta expansión podría estar frenándose. No solo eso, sino que mucho antes de lo que nadie hubiera previsto, la expansión podría detenerse por completo y empezar un proceso de contracción que llevaría al universo a hacerse cada vez más pequeño, hasta converger en un único punto, en una singularidad conocida como Big Crunch.
Este proceso, según los investigadores, podría ocurrir en términos cosmológicos «mañana mismo». En términos reales, dentro de unos 100 millones de años, lo cual es apenas una fracción de la edad del Universo. Lo más inquietante es que no nos daríamos cuenta hasta que fuera demasiado tarde.
Imaginad que el Sol se vuelve loco y amenaza con destruir la Tierra en el plazo de apenas unos cientos de años. Si algo así sucediera ahora, no habría forma de evitar nuestra destrucción, pero si ocurriera en el futuro, dentro de, digamos, unos cuantos millones de años, puede que la tecnología del futuro consiguiera salvarnos. ¿Pero a dónde ir? Encerrar a toda o a parte de la humanidad en una flota errante de naves espaciales vagando eternamente por el espacio no parece una solución muy adecuada. Pero, ¿Y si nos montamos en un planeta errante que esté de paso?
Esa es la solución que la astrofísica Irina Romanowska cree que sería la mejor para garantizar nuestra supervivencia, y también la de otras civilizaciones inteligentes que podrían tener el mismo problema.
Una encuesta reciente hecha en EE.UU. decía que el 70% de los norteamericanos pensaba que el fin de la humanidad llegaría a consecuencia de una gran catástrofe, y muchos de ellos pensaban que esa gran catástrofe sería provocada por el hombre. ¿Cuándo se producirá? Esa es una de las preguntas que trataremos de resolver.
Pero además reflexionaremos acerca de las múltiples amenazas que el ser humano podría enfrentar en un hipotético fin de su existencia. El clima espacial, por ejemplo, que es un concepto amplio y que, aparte de los asteroides, implica las tormentas solares y las lluvias de radiación espacial. Por no hablar de la radiación letal que nos barrería en caso de que explotara una supernova cercana.
Hay una serie de estudios que se preguntan quién dominaría la Tierra si el hombre desapareciera por completo del planeta. No sabemos qué nuevas especies evolucionarán en ese tiempo; de lo que sí estamos seguros es de que seguirá habiendo, igual que las ha habido siempre, bacterias. Y es que las bacterias siguen siendo, hoy, las criaturas más exitosas y más dominantes del planeta. Seguimos en la actualidad viviendo en la era de las bacterias, que están presentes en el mundo desde el origen mismo de la vida, hace casi 4.000 millones de años. Así que dentro de, pongamos, otros 250 millones de años seguirán estando exactamente igual.
Aunque todos los planetas nacieron alrededor de estrellas, durante la formación de los sistemas solares, muchos mundos fueron expulsados por fuerzas gravitatorias
Una nueva interpretación de la mecánica cuántica cambia la forma del multiverso y lo expande de forma exponencial.
Pequeños puntos brillantes que, de cerca, se ven como enormes esferas de gases ardientes. Gracias a ellas los planetas nacen y mueren. Las hay blancas, amarillas, marrones, rojas, azules e incluso negras. Pueden ser enanas, gigantes o supergigantes.
Ya lo decía San Agustín: "Si nadie me lo pregunta, sé lo que es el tiempo. Pero si alguien me lo pregunta, no sé cómo responderle." A día de hoy, incluso para los científicos, el tiempo sigue siendo un misterio.
Las incógnitas son muchas: si es algo externo a nosotros, una especie de corriente en la que vivimos sumergidos, o si se trata más bien de algo interno, de una percepción, un truco de nuestro cerebro para ser capaz de percibir los cambios.
Perseverance tomó una imagen que revelaba manchas blancas, negras y, sorprendentemente, verdosas dentro de una roca. El inesperado hallazgo ha entusiasmado a los científicos.
Los axiones, partículas hipotéticas que podrían formar la materia oscura del universo pueden ser producidas y estar 'colgando' alrededor de las estrellas de neutrones, algunos de los objetos más densos del Universo
Los científicos creen que podrían haber señalado la edad de la cuenca de impacto más grande y más antigua en la luna a más de 4.320 millones de años atrás.
Uno de los vecinos más cercanos del Sol, la estrella de Barnard, parece tener al menos un planeta orbitando alrededor de él, así como otros tres posibles planetas que necesitan mayor confirmación
Cuando los astrofísicos simularon el ascenso y la caída de civilizaciones alienígenas, descubrieron que, si una civilización experimentara un crecimiento tecnológico y un consumo de energía exponenciales, pasarían menos de 1.000 años antes de que el planeta alienígena se calentara demasiado para ser habitable.
Y lo peor, esto sería cierto incluso si la civilización utilizara fuentes de energía renovables, debido a la inevitable fuga en forma de calor, como predicen las leyes de la termodinámica.
Un nuevo estudio recién publicado en 'The Astrophysical Journal' por un equipo de investigadores capitaneado por Katherine Chworowsky, de la Universidad de Texas en Austin, le acaba de dar un auténtico balón de oxígeno a la vieja teoría del origen del Universo: algunas de esas primeras galaxias son, de hecho, mucho menos masivas de lo que parecían al principio. Y la 'culpa' de que nos parecieran mucho más grandes y pesadas la tienen los agujeros negros centrales de algunas de ellas, que hacen que parezcan mucho más grandes y brillantes de lo que realmente son.
Un equipo de investigadores dirigido por científicos de la Universidad de Cardiff acaba de descubrir que la naturaleza ya empezó a experimentar con la vida compleja 1.500 millones de años antes de lo que se creía.
Los investigadores han descubierto restos fósiles de un ecosistema mucho más antiguo con animales en la cuenca de Franceville, cerca de Gabón, en la costa atlántica de África Central. Un ecosistema que prosperó allí hace 2.100 millones de años. El estudio se acaba de publicar en 'Precambrian Research'.
Un equipo de científicos estudia un nuevo método, basado en liberar partículas metálicas a la atmosfera de Marte, para avanzar en el sueño de la terraformación del planeta rojo
Hace apenas unos meses un equipo de físicos de las universidades de Alberta, en Canadá, y Praga, ha conseguido encontrar una 'inconsistencia' en las leyes de la física que permitiría aprovechar los agujeros de gusano para viajar en el tiempo.
La pregunta lleva décadas intrigando a los científicos pero, por fin, un estudio podría haber hallado una respuesta.
Un equipo internacional de astrónomos, utilizando datos del telescopio espacial Gaia, ha podido identificar, por ahora, los restos de media docena de galaxias, todas ellas devoradas por la Vía Láctea a lo largo de sus 13.000 millones de años de historia. Cinco de las 'víctimas' ya eran conocidas, pero de la nueva no había noticia alguna hasta ahora.
La vida en la Tierra ya se había extendido mucho antes de que el primer soplo de oxígeno aireara nuestro planeta. Los primeros restos fósiles de organismos vivientes se remontan hasta hace 3.760 millones de años, aunque son muchos los que piensan que la vida debió de originarse bastante antes, por lo menos hace 4.000 ó 4.100 millones de años.
Desde hace décadas los científicos se preguntan "qué respiraban" todas esas criaturas anteriores a la Gran Oxidación, y resulta que hace un par de años un equipo de investigadores halló lo que parece ser la respuesta: arsénico. Un veneno para nosotros, pero que en aquella época lejana pudo haber impulsado la vida en el planeta.
Algo terrible y tremendamente destructivo sucede en la Tierra aproximadamente cada 27 millones de años. Un nuevo análisis recién publicado en la revista Historical Biology, en efecto, acaba de revelar que en nuestro planeta también las extinciones masivas de animales terrestres, como anfibios, reptiles, mamíferos y aves, siguen el mismo ciclo ya reportado anteriormente de extinciones masivas de la vida oceánica.
G2, una nube de gas descubierta diez años antes cerca del centro de nuestra galaxia, se dirigía directamente hacia Sagitario A*, el enorme agujero negro que duerme en el corazón de la Vía Láctea. La nube, en efecto, se estiró y se alargó a medida que se acercaba al agujero negro; pero luego, sencillamente pasó de largo
Un nuevo estudio demuestra que la vida en cualquier planeta no logrará sobrevivir a la muerte de su sol, pero que después podrá volver a surgir alrededor del cadáver estelar. Según un nuevo estudio de la universidad inglesa de Warwick, la vida aún sería posible después de que una estrella muera y se convierta en una enana blanca, aunque nada logrará sobrevivir durante las violentas fases de transformación. La mayor parte de las estrellas que conocemos, incluido nuestro Sol, acabarán convirtiéndose en eso, enanas blancas.
Pueden parecer fuertes y silenciosos, pero los tomates , igual que muchos otros frutos, 'lloran' y 'gritan' cuando sufren un ataque que pueda dañarlos. De este modo, avisan al resto de la planta para que tome medidas defensivas. Esa es la principal conclusión de un estudio dirigido en Brasil por la bióloga Gabriela Niemeyer Reissig y en el que se explica, con todo detalle, cómo el fruto del tomate envía señales eléctricas al resto de la planta para advertir de eventos dañinos, como por ejemplo, un ataque de orugas.
En las profundidades del Océano índico, justo donde el lecho marino se hunde en una gran depresión, existe un 'agujero de gravedad' de más de tres millones de km cuadrados. ¿Cómo es realmente? ¿Y se sabe qué lo propició?
Por primera vez en la Tierra, un equipo de investigadores ha descubierto una 'cascada de cráteres' causada por el impacto de un único asteroide. Hasta ahora, algo así solo se había visto en otros planetas.
El escenario se encuentra en el sureste de Wyoming, en Estados Unidos, en una zona en la que se han encontrado ya varias docenas de cráteres de impacto, todos ellos formados hace alrededor de 280 millones de años.
Gracias a Einstein sabemos que el tiempo y el espacio están entrelazados y que, desde el amanecer de los tiempos, en la singularidad del Big Bang, el Universo se ha estado expandiendo. Esta expansión del espacio significa que en nuestras observaciones del universo primitivo el tiempo debería parecer mucho más lento que el actual
Los astrónomos no podían dar crédito a lo que estaban viendo: una enorme 'cavidad' en medio de la Vía Láctea, una especie de burbuja vacía de 500 años luz de diámetro y en cuyo interior no había ni una sola estrella. El equipo, integrado por investigadores del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian en Cambridge (Massachusetts) y de la Universidad de Wisconsin, estaban analizando mapas en 3D de dos conocidas nubes moleculares, las regiones en las que las nuevas estrellas se forman, cuando se toparon con el 'agujero'.
Los investigadores informan del hallazgo de una serie de objetos que, a primera vista, parecen asteroides, pero que al mismo tiempo están 'disparando' chorros de polvo y gas
En el centro galáctico, las estrellas viven apenas unos pocos millones de años, y suelen terminar sus días de forma violenta. Sin embargo, y precisamente allí, en medio de esas condiciones infernales, un enjambre de unas 20 estrellas, llamadas 'estrellas S', trazan órbitas elípticas que las llevan a pasar extraordinariamente cerca de Sagitario A*, Entre fascinados e incrédulos, los astrónomos no consiguen explicarse su origen.
Ahora, un equipo internacional de investigadores de Japón descubre, en el centro de la Vía Láctea, que una de estas estrellas se llama SO-6 y su origen no es de nuestra galaxia.
Un estudio sugiere que la gravedad no solo afecta a las tres dimensiones físicas (longitud, anchura y profundidad) sino también a lo que a todas luces es una cuarta dimensión: el tiempo
Un equipo de científicos ha logrado reunir una serie de pruebas que muestran que una ciudad entera, con todos sus habitantes, fue totalmente destruida por un meteorito hace más de 3.500 años, la ciudad de Tall el-Hammam
Un equipo de investigadores de la Universidad de Helsinki acaba de revelar que el norte de África atraviesa, cada 21.000 años, periodos húmedos durante los cuales el desierto del Sahara se vuelve verde, con ríos y lagos
Cuando eso suceda dentro de otros 250 millones de años, el próximo supercontinente, que los investigadores llaman 'Pangea última', ya no será apto para los humanos, ni tampoco para el resto de los mamíferos, que desaparecerán sin remedio en la que será la mayor extinción masiva sufrida por nuestro planeta desde la que aniquiló a los dinosaurios.
Hubo un tiempo en que toda la Humanidad estaba concentrada en África. Pero hace alrededor de 60.000 años, los Homo sapiens, nuestra especie, salió del continente negro y se esparció por el resto del mundo. Una larga marcha que duró decenas de miles de años y durante la que 'los nuestros' llegaron hasta los rincones más recónditos del planeta, desplazando a su paso al resto de especies humanas que iban encontrando
Existe una gran diferencia entre lo rápido que envejecen los mamíferos (incluidos nosotros) y la velocidad con la que lo hacen muchas especies de reptiles y anfibios. Y esa discrepancia, tal y como propone el microbiólogo João Pedro de Magalhães, de la Universidad de Birmingham, en Reino Unido, podría ser 'culpa', ni más ni menos, que de los dinosaurios
Puede que, después de todo, no sea necesario esperar cientos de años hasta que seamos capaces de recorrer distancias de años luz para visitar un exoplaneta, un mundo formado alrededor de otra estrella. Y la razón es que podría haber uno, incluso varios, aquí mismo, en nuestro propio Sistema Solar.
Hace unos años, un grupo de científicos descubrió Trappist-1, una estrella roja a 39 años luz en torno a la que giraban varios planetas que podían albergar océanos y vida. Pero, ahora, un nuevo estudio, ha concluido que los siete planetas, despojados de sus atmósferas por la estrella, son actualmente lugares secos, áridos y en los que ningún organismo viviente puede existir
Los planetas gigantes lo tienen muy fácil a la hora de fabricar diamantes. De hecho, mucho más fácil de lo que se pensaba hasta ahora, según un estudio publicado recientemente en 'Nature Astronomy' por un equipo de más de 50 investigadores de tres continentes. Pero esa abundancia tiene otra implicación: podría haber lluvias de diamantes en hasta un tercio de todos los más de 5.000 planetas que hemos descubierto hasta ahora. Es decir, en cerca de 1.900 de ellos.
Parece una historia de ciencia ficción, pero cada vez más investigaciones sostienen la increíble hipótesis de que la vida surgió primero en Marte y que desde allí pasó a nuestro planeta a bordo de meteoritos. Es decir, que en sentido estricto, seríamos todos marcianos.
Sus dimensiones son difíciles de concebir para un ser humano. Una enorme estructura circular de más de mil millones de años luz de diámetro, un anillo gigantesco hecho de galaxias y que, si pudiéramos verlo desde la Tierra, tendría aproximadamente 15 veces el tamaño de la Luna llena.
Ahora, en un trabajo recién publicado en 'Monthly Notices of the Royal Astronomical Society', un equipo de astrónomos capitaneado por Sean Raymond, de la universidad francesa de Bordeaux, ha llevado a cabo más de 12.000 simulaciones informáticas para determinar las consecuencias que tendría para la Tierra el paso de una estrella cerca o a través del Sistema Solar. Algo que, según otro estudio publicado en 2018, ya sucedió hace varios miles de millones de años.
Según las teorías actuales, durante los primeros segundos tras el Big Bang tuvieron que generarse incontables agujeros negros de dimensiones microscópicas.
El misterio dura ya setenta y un años. Se trata de la súbita desaparición de tres estrellas, tres astros brillantes que en un momento se veían claramente en las placas fotográficas de los astrónomos pero que al siguiente ya no estaban allí, dejando un negro vacío en el mismo lugar en el que poco antes se encontraban.
No es la primera vez que los científicos avisan. En el Atlántico, el sistema de circulación de las corrientes oceánicas, conocido como AMOC, (Circulación de reversión meridional del Atlántico), una auténtica 'cinta transportadora' de agua de la que forma parte la corriente del Golfo, se está ralentizando peligrosamente e incluso amenaza con detenerse por completo, lo que supondría una auténtica catástrofe climática en ambas orillas del océano.
Los astrónomos no podían dar crédito a lo que estaban viendo: una enorme 'cavidad' en medio de la Vía Láctea, en cuyo interior no había ni una sola estrella.
Hay veces que un acontecimiento pequeño tiene grandes consecuencias. Un estudio pionero ha demostrado cómo la invasión de una nueva especie de hormiga obligó a los leones de una reserva africana a cambiar de forma drástica su conducta depredadora.
Está a solo 73 años luz de distancia, es decir, aquí mismo en términos astronómicos. Se llama HD 63433-d y es el planeta más cercano a su estrella de los tres que se conocen en ese mismo sistema, situado en la constelación de la Osa Mayor.
Volvemos a intentarlo. Y esta vez con más fuerza que nunca. El último esfuerzo anunciado por SETI (Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre), en efecto, incorpora tecnologías y capacidades nunca usadas hasta ahora para averiguar si hay alguien 'ahí fuera'
El primero que dejó constancia escrita de su existencia fue el italiano Antonio Pigafetta, noble de cuna, geógrafo, aventurero y miembro de la expedición de Magallanes que dio la vuelta al mundo entre 1519 y 1522. En sus escritos, Pigafetta se refiere a una 'nube de niebla' en los cielos nocturnos del hemisferio sur. Hoy conocemos esa región como 'Nubes de Magallanes' y sabemos que se trata de dos pequeñas galaxias satélites de nuestra Vía Láctea. ¿Pero es realmente así?
Desde que la vida salió de los océanos, hace unos 500 millones de años, y se extendió por todos los continentes, la Tierra ha sufrido un buen número de extinciones masivas, cinco de ellas especialmente graves, ya que acabaron en cada ocasión con más del 80% de la vida existente, y el resto no tanto, aunque sí lo suficiente como para comprometer hábitats completos y llevar a la extinción a un porcentaje significativo de especies.
Entre las cinco más destructivas, la mayor extinción fue sin duda la que tuvo lugar hace 251 millones de años, en la frontera entre el Pérmico y el Triásico, cuando más del 90% de las especies vivas desaparecieron para siempre. Su causa fue el brusco cambio climático provocado por una actividad volcánica desenfrenada y nunca vista en la historia de nuestro planeta.
La combinación entre vulcanismo y cambio climático se repitió después en otras ocasiones, incluso en la última gran extinción masiva, 'rematada' por el impacto de un asteroide hace 66 millones de años pero que ya venía gestándose con las erupciones que dieron origen a los 'traps del Decán', una provincia ígnea de 500.000 km cuadrados de lava y 2 km de espesor. Durante aquella última gran extinción desaparecieron los dinosaurios, y con ellos más del 75% de todas las especies vivas en aquél momento.
Ahora, un nuevo estudio dirigido por el biólogo Michael Rampino, de la Universidad de Nueva York, concluye que, por lo menos durante los últimos 260 millones de años, todas las extinciones masivas que han afectado a la Tierra fueron causadas, sin excepción, por erupciones volcánicas masivas y las crisis ambientales resultantes. Pero no solo eso, sino que esas erupciones, y sus consecuencias, se repiten cíclicamente, una vez cada entre 26 y 33 millones de años, y coinciden con una serie de cambios en la órbita de la Tierra que siguen el mismo patrón cíclico.
Inspirándose en la forma de funcionar del cerebro humano, un equipo de investigadores de la Universidad Northwestern, el Boston College y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), ha desarrollado un nuevo transistor sináptico capaz de pensar en un nivel muy superior a todo lo existía hasta ahora.
Puede que, después de todo, no sea necesario esperar cientos de años hasta que seamos capaces de recorrer distancias de años luz para visitar un exoplaneta, un mundo formado alrededor de otra estrella. Y la razón es que podría haber uno, incluso varios, aquí mismo, en nuestro propio Sistema Solar.
Se trataría, según un nuevo modelo de evolución planetaria puesto a punto por el astrofísico de la Universidad de Princeton Amir Siraj, de un planeta del tamaño de Marte, 'robado' por el Sol a otra estrella durante su juventud y que, desde entonces, ha permanecido oculto en los confines de nuestro propio sistema. El estudio, que se publicará próximamente en 'The Astrophysical Journal Letters', puede ya consultarse en el servidor de prepublicaciones ArXiv.
No resulta fácil ser una estrella en el superpoblado centro de la Vía Láctea. Bajo el dominio directo de Sagitario A*, su gran agujero negro central, el corazón galáctico vive constantemente sometido a unas fuerzas gravitatorias descomunales. Lo cual, unido al hecho de que la densidad estelar es mayor allí que en cualquier otra parte, lleva frecuentemente a las estrellas a chocar entre sí, o a acercarse unas a otras hasta el punto de 'robarse' sus masas, o a empujarse hacia trayectorias mortales que, a veces, las llevan directamente a las fauces siempre abiertas del agujero negro. En el centro galáctico, las estrellas no viven mucho, apenas unos pocos millones de años, y suelen terminar sus días de forma violenta.
La inesperada corriente estelar, de 1,7 millones de años luz de largo, fue descubierta en el espacio intergaláctico del cúmulo de Coma, a 300 millones de años luz de distancia
Se parece al título de una película, pero es algo muy real. Desde 1942, hace más de 80 años, los científicos buscan en el océano Atlántico una masa de agua que no encuentran, una que es diferente a las demás.
Hace algo más de un año, en junio de 2022, un equipo de astrónomos que estudiaba la estrella enana blanca WD 0810-353 con datos del telescopio espacial Gaia calculó su trayectoria y predijo que ese astro errante atravesaría nuestro Sistema Solar dentro de 29.000 años. Desde luego, una mala noticia para los humanos del futuro. La estrella, en efecto, pasaría muy cerca del Sol, desestabilizando las órbitas de numerosos objetos de la nube de Oort y lanzando algunos contra nuestro planeta
La nave Juno, que desde 2016 estudia el planeta gigante y ahora se centra en sus lunas, empezando precisamente por Ío, ha sobrevolado su paisaje volcánico cada vez más de cerca, lo suficiente como para identificar un total de 266 volcanes activos en su superficie. Todos ellos, según los investigadores, conectados a un vasto océano global y subterráneo de magma.
"Ío es el cuerpo celeste más volcánico que conocemos en nuestro sistema solar -afirmó Scott Bolton, investigador principal de Juno, en mayo de 2023, cuando la nave llegó a unos 35.500 kilómetros de Io-. Al observarlo a lo largo del tiempo, podemos ver cómo varían los volcanes: con qué frecuencia entran en erupción, qué tan brillantes y calientes son, si están vinculados a un grupo o si actúan en solitario, y si la forma del flujo de lava cambia".
Se trata de uno de los estallidos rápidos de radio (FRB) más potentes detectados hasta ahora, y se acaba de confirmar que también el más lejano. Con su ayuda, los científicos podrán detectar la 'materia perdida' del Universo
La emisión duró apenas una milésima de segundo. Pero en ese breve lapso de tiempo, una súbita ráfaga de radio espacial (FRB por sus siglas en inglés) liberó una cantidad de energía equivalente a la que el Sol es capaz de producir en 30 años.
El estallido, denominado FRB 20220610A, fue captado el pasado 10 de junio de 2022 por el radiotelescopio ASKAP, una red de 36 antenas de radio de 12 metros cada una situada en Australia, pero entonces no fue posible determinar su origen.
Ahora, más de un año después, un equipo internacional de científicos ha sido capaz de localizar la fuente de aquel suceso. Usando el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO), en Chile, los investigadores pudieron comprobar que FRB 20220610A es la ráfaga rápida de radio más distante (y por lo tanto más antigua) jamás detectada. De hecho, inició su viaje hacia nosotros hace 8.000 millones de años, mucho antes de que el Sol y la Tierra empezaran siquiera a existir. A esa increíble distancia, que multiplica por dos la del hasta ahora FRB más lejano, la poderosa ráfaga es, también, una de las más energéticas observadas hasta ahora.
El impactante descubrimiento, llevado a cabo por un equipo internacional de científicos dirigido por Stuart Ryder y Ryan Shannon, de las universidades australianas Macquaire y Swinburne, se acaba de publicar en la revista 'Science'.
Un equipo internacional de investigadores ha observado el choque de dos planetas gigantes alrededor de una estrella similar al Sol situada a unos 1.800 años luz de la Tierra. La impactante colisión, dada a conocer en la revista 'Nature', muestra un brillante resplandor y la nube de polvo resultante, que llegó a eclipsar a la estrella madre.
Cuando el equipo compartió la curva de luz de la estrella, un astrónomo ajeno al trabajo notó que la estrella duplicaba su brillo en el infrarrojo más de mil días antes de que comenzara a desvanecerse en luz visible. «Para ser honesto, esta observación fue una completa sorpresa para mí», afirma el autor principal del estudio, Matthew Kenworthy, de la Universidad de Leiden. «Entonces supe que se trataba de un hecho inusual», subraya.
Lo que a primera vista parece una simple pareja de galaxias, a varios miles de millones de años luz de distancia, podría ser en realidad algo cuya existencia los científicos consideran posible, pero que nadie ha podido ver hasta ahora: un 'pliegue' en la estructura misma del Universo, una grieta, una cicatriz, o lo que es lo mismo, una 'cuerda cósmica'
Las cuerdas cósmicas son una especie de 'defectos' en la topología del espacio, una suerte de grietas unidimensionales, en forma de línea, que podrían haberse formado justo después del Big Bang y que después se 'estiraron' debido a la expansión del propio Universo.
Algo falla en los actuales modelos de evolución del Universo. Y si bien es cierto que la expansión acelerada sigue su curso, haciendo cada vez mayor la separación entre los grupos de galaxias, las grandes estructuras en las que la materia se organiza a gran escala están evolucionando más despacio de lo previsto.
El telescopio James Webb confirma la presencia de agua en el exoplaneta K2-18b y abre la puerta a la posibilidad de que albergue vida por la presencia del sulfuro de dimetilo (DMS), una molécula que en nuestro planeta solo puede ser fruto de actividad biológica.
Hace entre 813.000 y 930.000 años, los antepasados directos de nuestra especie redujeron de tal forma su número que prácticamente se extinguieron. Lo cual habría supuesto que Homo sapiens, nosotros, nunca habríamos llegado a existir y los humanos actuales, de haberlos, serían hoy muy diferentes de lo que son.
El episodio fue tan grave que en aquellos momentos, en plena transición entre el Pleistoceno temprano y medio, la población de nuestros ancestros sufrió un colapso durante el cual la futura existencia de Homo sapiens llegó a depender exclusivamente de 1.280 individuos reproductores. Una situación dramática que, además, se prolongó durante 117.000 años, un auténtico e interminable 'cuello de botella' durante el que, según se explica en Science, llegó a perderse hasta el 98,7% de nuestra población ancestral. Aquél descenso drástico de población coincidió con severos cambios climáticos y un prolongado periodo de sequía.
Siempre han vivido en las tierras heladas del hemisferio sur. Son los mayores pingüinos que existen, auténticos emperadores de los hielos, y desde luego que hacen justicia a su nombre. Se sumergen en las gélidas aguas del Antártico con destreza, y son capaces de descender hasta los 200 metros de profundidad y de resistir hasta 20 minutos sin salir a respirar.
Las durísimas condiciones en las que viven fueron retratadas magistralmente por el documentalista Luc Jacquet, que emocionó al mundo con la desconocida sociedad de estos pingüinos, cuyas hembras deben recorrer cientos de km sobre el hielo para ir a alimentarse a aguas abiertas mientras los machos, durante meses, empollan sin moverse los huevos en sus nidos en una de las aventuras más épicas de todo el reino animal.
Ahora, los mayores pingüinos del planeta, acuciados por el deshielo, se encuentran por primera vez problemas para reproducirse y garantizar la supervivencia de sus crías
El mundo parece estar viviendo una nueva resurrección del fenómeno OVNI. Tal vez las noticias actuales nos lleven a recordar la fiebre que se vivió en los 70 y 80; pero a diferencia de las informaciones de aquella época, en las que primaban testimonios altamente cuestionables sobre supuestas abducciones y experimentos a bordo de naves espaciales y a manos de seres de diversas formas y colores, en esta ocasión los mimbres parecen más sólidos, y todo apunta a que a finales de este mes recibiremos varios informes al respecto.
Un equipo de investigadores del laboratorio Fermilab, en Chicago, que alberga uno de los aceleradores de partículas mayores del mundo, cree estar más cerca que nunca del descubrimiento de una nueva fuerza, la quinta, de la naturaleza.
Un asteroide de sesenta metros de diámetro pasó sin ser visto entre la Tierra y la Luna, a menos de 100.000 kilómetros de distancia de nosotros. Ningún sistema de alerta consiguió detectarlo porque mientras se acercaba, la roca espacial, mayor que un edificio de 20 plantas, permaneció oculta por el brillo del Sol. Una roca de ese tamaño tiene el potencial suficiente, en caso de impacto, para destruir por completo una gran ciudad
Existe un planeta a 260 años luz de aquí donde llueven gotas de titanio que reflejan tanto la luz que este mundo brilla al mismo nivel que Venus, el objeto más luminoso en nuestro firmamento solo superado por la Luna. Sin embargo, este mundo 'espejo' no debería de existir: está tan cerca de su estrella que la teoría dice que no se deberían formar nubes ni tener atmósfera. Pero así es, según los datos recabados por el telescopio espacial Cheops. Los científicos están desconcertados ante el hallazgo, del que dan más datos en una publicación en la revista 'Astronomy and Astrophysics'.
Este extraño exoplaneta refleja el 80% de la luz de la estrella alrededor de la cual orbita, una cantidad increíble sin tenemos en cuenta que la Tierra solo lo consigue en un 30%. Descubierto en 2020, este planeta del tamaño de Neptuno se llama LTT9779b y orbita su estrella en solo 19 horas. Debido a esta proximidad, la temperatura de su cara iluminada se eleva hasta los 2.000 grados, una temperatura considerada demasiado elevada para que se formen nubes. Sin embargo, la reflectividad de LTT9779b indica su presencia. «Era realmente un enigma», según Vivien Parmentier, investigador del Observatorio de la Costa Azul (Francia) y coautor del estudio.
Lejos de pararse, y a pesar de las críticas por parte de la comunidad científica, la búsqueda de civilizaciones extraterrestres por parte del físico de la Universidad de Harvard, Avi Loeb, no hace más que intensificarse. Después de afirmar que Oumuamua, el primer objeto interestelar captado por la tecnología humana, era en realidad una nave espacial alienígena varada, Loeb acaba de volver de una expedición al fondo del Océano Pacífico para encontrar restos de un misterioso meteorito, denominado IM1. Allí dice haber encontrado 50 pequeñas «esférulas cósmicas« que, según asegura, coinciden con los restos de un vehículo extraterrestre venido de más allá del Sistema Solar.
Se constituye la primera evidencia del fondo de ondas gravitacionales, una especie de 'sopa' de distorsiones espacio temporales que impregna todo el Universo y que fue predicha hace ya décadas por los científicos
Hace 1,45 millones de años, los primeros homínidos ya se atacaban y mataban unos a otros, algo que acaba de quedar muy claro tras el hallazgo de un equipo de investigadores del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian, que ha identificado la mejor y más antigua evidencia de lejanos antepasados de Homo sapiens matándose entre ellos y, probablemente, devorándose después unos a otros.
Y ahora, un nuevo estudio capitaneado por el astrónomo Kareem El-Badry, del Centro de Astrofísica Harvard/Smithsonian, ha revelado la existencia de seis estrellas previamente desconocidas, dos de los cuales (J1235 y J0927) han pulverizado el récord actual de velocidad radial para cualquier estrella conocida, con marcas de 1.694 y 2.285 kilómetros por segundo
Una nueva investigación recién publicada en 'Proceedings of The Royal Society B' ha descubierto que, después de todo, la masturbación parece tener un propósito evolutivo muy concreto. se trata de un rasgo muy antiguo en los primates y que, por lo menos en los machos, aumenta el éxito reproductivo y ayuda a evitar infecciones de transmisión sexual
Un equipo de investigadores de Países Bajos ha demostrado que la teoría demostrada por Hawking va más allá y que no solo los agujeros negros se evaporan, si no que otros objetos también lo hacen, entre ellos el Universo
El Telescopio Espacial James Webb acaba de captar en Encélado, una de las lunas más prometedoras de Saturno, una gigantesca columna de vapor de agua surgiendo a chorros de su océano subterráneo a través de grietas heladas de la superficie
Hace alrededor de 700 millones de años, algo empezó a cambiar, y varios grupos de microorganismos tomaron su propio camino en el árbol de la vida, evolucionaron de forma hasta convertirse en los primeros animales multicelulares, de los que después surgió la inmensa variedad de formas de vida que conocemos en la actualidad
Desde hace quince años sabemos que todos los euroasiáticos tenemos entre el 1% y el 4% de ADN neandertal, lo que implica que aquella 'otra' especie humana se cruzó con la nuestra y dejó su impronta genética profundamente marcada en todos nosotros
Hace ya más de 150 años que los biólogos describieron por primera vez las esporas bacterianas (bacterias durmientes, inertes y encerradas en una cápsula protectora) y desde entonces se han preguntado cómo consiguen, incluso después de varias décadas en ese estado, volver de nuevo a la vida. Y ahora, un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina de Harvard ha descubierto el 'truco': se trata de un 'sensor celular' que permite a las bacterias detectar la presencia de nutrientes en su entorno y, con el sustento garantizado, hacer que vuelvan rápidamente a la vida. El trabajo se publica esta misma semana en 'Science'.
Una misión llamada InSight, en su tiempo de descuento, ha conseguido observar ondas sísmicas viajando a través del núcleo marciano, revelando su tamaño y composición exactas, lo cual llevará a su vez a averiguar cómo pudo ese 'planeta hermano' de la Tierra llegar a convertirse en un mundo tan distinto al nuestro
Los físicos saben bien que 'ahí fuera' existe otro tipo de materia, una que podría no estar formada por las familias de partículas que conocemos, una que no podemos detectar directamente, pero que sabemos que está ahí
Sin que ni siquiera nos demos cuenta de ello, la Tierra es golpeada prácticamente a diario por radiación gamma procedente de poderosos estallidos lejanos, muchas de esas explosiones son leves y duran poco tiempo, pero a veces, una llamarada gigante llega hasta nuestra galaxia, con una energía que empequeñece a la del mismísimo Sol
Se las conoce como las 'partículas fantasma', y por primera vez un equipo de físicos ha conseguido crearlas en laboratorio, puede que los neutrinos estén entre las partículas subatómicas más abundantes del Universo, pero no tienen carga eléctrica y son tan livianos que apenas interactúan con el resto de la materia
El 71% de la superficie de la Tierra está cubierta por agua, por lo que sin ella la vida en nuestro planeta no sería posible tal y como la conocemos, el agua parece estar por todas partes. ¿Pero de dónde llegó exactamente esa cantidad tan enorme? ¿Y cuánto tiempo lleva aquí?
Gracias al Telescopio espacial James Webb, un equipo de astrofísicos capitaneado por Adam Carnall, del Real Observatorio de Edimburgo, acaba de detectar por primera vez cómo un agujero negro supermasivo 'mata' a su galaxia anfitriona, apagándola repentinamente al impedirle seguir fabricando nuevas estrellas
Desde hace décadas, los científicos se afanan por encontrar alguna prueba que demuestre que no estamos solos en el Universo y en su larga búsqueda de vida fuera de la Tierra, han estudiado planetas y lunas, analizado señales de estrellas lejanas y buscado firmas biológicas o tecnológicas en la inmensidad del espacio, pero hasta ahora todo ha sido en vano
Está ocurriendo en tiempo real y ante la mirada atónita de los astrónomos, una enorme nube de gas llamada X7, del tamaño de 50 Tierras, está siendo destrozada y devorada 'en directo' por Sagitario A*, el gran agujero negro central de nuestra galaxia
Un equipo de 17 astrónomos de nueve países, dirigido por científicos de la Universidad de Hawai, afirma haber hallado una prueba de que los grandes agujeros negros supermasivos, que se encuentran en el centro de la mayoría de las galaxias, podrían ser la fuente de la energía oscura, la misteriosa fuerza que está detrás de la expansión del Universo
Hace 13.760 millones de años, un punto sin tamaño pero de infinita densidad empezó súbitamente a expandirse, creando al hacerlo el espacio, el tiempo y toda la materia que el Universo contiene
Se llama Wolf 1069 b, está a 31 años luz de la Tierra y podría ser lo que los astrónomos andaban buscando, un planeta similar a la Tierra en el que es posible la vida
Un equipo internacional de investigadores, liderado por astrónomos de la Universidad holandesa de Leiden y utilizando el Telescopio Espacial James Webb, ha conseguido observar, en el corazón más profundo de una oscura y densa nube interestelar, el hielo más frío hallado hasta la fecha.
Sus moléculas, a menos 263 grados centígrados, están apenas 10 grados por encima del cero absoluto, que con sus menos 273,15 grados es la menor temperatura posible en la naturaleza. Estos hielos, hechos de distintos materiales, resultan esenciales a la hora de 'construir' planetas habitables.
A lo largo del tiempo, los seres humanos hemos evolucionado tanto que a veces cuesta trabajo creer que realmente procedemos de unas criaturas que, hace unos dos millones de años, solo medían 1,20 metros, estaban totalmente cubiertas de pelo y apenas empezaban a erguirse tímidamente sobre sus extremidades inferiores para pasar de ser cuadrúpedos a bípedos.
La caza de materia oscura no cesa. Miles de científicos de todo el mundo tratan de encontrar por primera vez una pista fiable de que ese otro tipo de materia está realmente ahí, pero hasta el momento no lo han conseguido. Ahora, un inesperado exceso de luz más allá de la Vía Láctea, detectado por la sonda New Horizons, podría ser la evidencia de partículas de materia oscura en descomposición, y por tanto la primera detección directa de materia oscura de la historia
Los astrónomos han clasificado ya millones de galaxias en el Universo. Tantas, que no resulta difícil dividirlas en grupos diferentes según sus formas o la distribución de materia en su interior. Espirales, elípticas, barradas, lenticulares, irregulares, anilladas... La lista de nuevas galaxias aumenta prácticamente cada día, y de vez en cuando aparece una tan diferente que merece inaugurar una nueva categoría.
Hace alrededor de 450.000 años, en pleno Pleistoceno Medio y mucho antes de la existencia de los primeros Homo sapiens, los humanos arcaicos podrían haber encontrado la forma de navegar por el Mediterráneo en busca de nuevas tierras
Los futuros colonos espaciales no solo tendrán que vivir en bases permanentes construidas en la Luna o en Marte
«Es un día extraordinario». «Es histórico porque vamos a ir al espacio profundo con una nueva generación». Bill Nelson, administrador de la NASA, mostraba su entusiasmo después de que la misión Artemis I sin tripulación consiguiera amerizar en el Pacífico tras 25 días de viaje y 2,2 millones de kilómetros recorridos alrededor de la Luna. La prueba general para que la humanidad vuelva al satélite natural en 2025 había concluido con éxito.
Con una masa de tres millones de soles, Leo I* es invisible para los astrónomos. Pero un nuevo método podría ayudar a observarlo
En enero de este mismo año, un equipo de astrónomos de la Universidad de Northwestern, en Illinois, hizo público un extraño descubrimiento: más de mil misteriosos filamentos, de hasta 150 años luz de longitud, 'colgando' del centro de nuestra galaxia. Tras largos años de trabajo, los investigadores, dirigidos por Farhad Zadeh, consiguieron entonces tomar imágenes del intrigante fenómeno, y en ellas los filamentos aparecían por pares, o en racimos, uno al lado del otro como las cuerdas de un arpa. Algo ciertamente desconcertante y de difícil explicación. Farhad Zadeh descubrió por primera vez esas extrañas estructuras en la década de los ochenta, y quedó fascinado por ellas. Hoy, cuatro décadas después, sus estudios empiezan a arrojar luz sobre el origen del fenómeno. Ahora, en un nuevo estudio recién aparecido en The Astrophysical Journal Letters, el astrónomo y su equipo anuncian que, por primera vez, han sido capaces de observar filamentos similares colgando de otras galaxias. Y al poder comparar unos con otros han empezado a sacar conclusiones.
Justo detrás de nuestra galaxia existe una amplia zona de espacio que no podemos observar debido a que la propia Vía Láctea nos lo impide. Los astrónomos la conocen como 'zona de evitamiento' o, más sencillamente, como 'zona vacía'. Se trata de una auténtica 'región fantasma', un punto oscuro en nuestro mapa del Universo. Y un punto grande, que abarca entre el 10% y el 20% de todo el cielo nocturno.
En este 'Materia Oscura', José Manuel Nieves explica cómo el equipo de investigadores dirigido por Daniela Galdeano, de la Universidad Nacional de San Juan, en Argentina, ha combinado los datos de las más importantes campañas de observación en infrarrojos y ha revelado la más enorme de las estructuras vistas hasta ahora en la zona vacía.
Hace un año, un equipo internacional de astrónomos descubrió una 'enana blanca' a solo 90 años luz de distancia de la Tierra. Dicho así, no parece que sea una gran noticia, pero es que esta enana blanca en concreto tenía algo muy especial. Las enanas blancas son auténticos 'cadáveres estelares', lo que queda de lo que una vez fue una estrella brillante tras liberarse violentamente de sus capas externas. Estrellas muertas, extremadamente densas y pequeñas que ya no fusionan materia en sus núcleos, pero que siguen ardiendo durante miles de millones de años como las ascuas en una chimenea, cada vez más frías hasta que se apagan por completo.
Acabamos de desviar un asteroide, cada vez conocemos mejor las tormentas solares y sabemos también que, por fortuna, en los próximos siglos ninguna estrella estallará como supernova tan cerca de la Tierra como para hacernos daño. Pero las amenazas espaciales se multiplican, y ahora un equipo de científicos acaba de identificar otra, en forma de oleada masiva de radiación y que al parecer no tiene nada que ver con el Sol. De hecho, su origen es desconocido.
Nadie nunca había visto algo parecido: un agujero negro expulsando fragmentos de una estrella tres años después de haberla devorado. El misterioso evento, clasificado como AT2018hyz, comenzó en 2018, cuando un equipo internacional de científicos observó cómo el agujero negro, situado en una galaxia a 665 millones de años luz de la Tierra, atrapaba una estrella en su poderoso campo gravitatorio, y la destrozaba por completo antes de engullirla.
Pero tres años después, en 2021, un radiotelescopio en Nuevo México captó una señal que indicaba algo totalmente inesperado: el agujero negro había empezado a expulsar trozos de la estrella triturada. Y lo hacía además a la increíble velocidad de 150.000 km por segundo, es decir, a la mitad de la velocidad de la luz.
Los científicos llevan años intentando, sin éxito, encontrar en el Universo partículas de materia oscura, ese 'otro tipo' de materia que resulta invisible para nuestros instrumentos porque no emite ninguna clase de radiación. Sin embargo, sabemos que sí interacciona con la materia 'normal', o bariónica, (esa de la que están hechos todos los planetas, estrellas y galaxias) a través de la gravedad.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Michigan ha descubierto que los pocos supervivientes del impacto del asteroide que acabó con el reinado de los dinosaurios tuvieron que lidiar después con otra catástrofe global: un monstruoso tsunami que generó olas de más de 1,5 km de altura, con efectos devastadores que se hicieron notar en toda la Tierra.
El mundo vio con expectación cómo la nave espacial DART (siglas de Double Asteroid Redirection Test) de la NASA se estrellaba intencionalmente el pasado lunes 26 de septiembre contra Dimorphos, la pequeña luna del sistema de dos asteroides.
La primera misión de defensa planetaria fue todo un éxito. O, al menos, cumplió su objetivo de hacer diana contra un objetivo comparable a intentar alcanzar un mosquito a 70 kilómetros de distancia.
Un equipo internacional de investigadores acaba de revelar en la revista 'Nature' una serie de características nunca observadas hasta ahora en los FRBs, los misteriosos estallidos rápidos de radio que nos llegan del espacio profundo. El hallazgo, que contradice la explicación actual sobre el origen de estas extrañas señales de radio, desmonta lo que creíamos saber sobre ellas y ahonda aún más, si cabe, su misterio.
A sólo 1.500 años luz de nuestro planeta, un tiro de piedra en la escala de las distancias cósmicas, un equipo de astrónomos podría haber descubierto el agujero negro más cercano a la Tierra. Se llama Gaia BH1 y su masa se ha estimado en diez veces la del Sol.
El cambio de un único aminoácido en una única proteína, la TKTL1, podría haber dado a los humanos modernos una decisiva ventaja sobre sus contemporáneos, los neandertales, al permitir la formación de un mayor número de neuronas en el neocórtex cerebral.
Las galaxias más grandes que podemos ver han dejado de fabricar estrellas, y los astrónomos están intentando averiguar por qué. Ahora, pueden haber encontrado una explicación.
Hace seis mil millones de años, dos galaxias entraron en colisión y sus fuerzas combinadas lanzaron una poderosa corriente de gas a cientos de miles de años luz de distancia. Y esa característica inusual, según acaba de explicar en The Astrophysical Journal Letters un equipo internacional de investigadores, proporciona una posible explicación al misterio de por qué precisamente las mayores galaxias parecen estar muriendo, dejando de formar estrellas.
La existencia de los vacíos cósmicos se conoce desde los setenta, pero hasta hace poco no contaron con la atención de los astrónomos, más inclinados a estudiar la 'materia que brilla', como estrellas o galaxias. Pero ya en los 90, se produjo un hallazgo destinado a cambiarlo todo: el Universo sigue expandiéndose en la actualidad, y no solo eso, sino que lo hace cada vez más deprisa.
En la actualidad, un equipo de investigadores dirigido por físicos iraníes cree que esos vacíos incomprensiblemente grandes podrían estar desgarrando el Universo entero. ¿Cómo? Generando energía oscura, la supuesta responsable de que el Universo se expanda cada vez más deprisa.
Desde hace unos años, la Tierra parece estar girando más rápido de lo que solía, lo cual se traduce en días más cortos. El fenómeno ha llegado al extremo de que, sólo en los últimos dos meses, ya se han medido varios días con una duración inferior a las 24 horas, y todo sin que los científicos consigan explicar por qué. Según la opinión más extendida, la velocidad de rotación de la Tierra debería ser cada vez más lenta. Y en realidad así es, si consideramos periodos de tiempo largos. A cada siglo que pasa, por ejemplo, la Tierra tarda cerca de un par de milisegundos más en completar cada rotación. Pero dentro de este patrón general, la velocidad de giro de la Tierra fluctúa, y desde 2020 los récords de velocidad se han ido sucediendo uno detrás de otro.
Los inicios del Sistema Solar fueron violentos, con una multitud de cuerpos planetarios en formación disputándose a encontronazos las órbitas que hoy ocupan los mundos que sobrevivieron al caos inicial. Y en el futuro, con un Sol que cambia inevitablemente a lo largo del tiempo, es muy posible que alguno de los planetas de nuestro entorno abandone su órbita y se precipite contra los demás. Nada en el Universo dura para siempre, y nuestro hogar en el espacio tampoco lo hará. ¿Pero cuándo será eso? Un equipo de matemáticos acaba de decir, en un artículo publicado en 'arXiv', que no antes de 100.000 años.
Cuando el mundo aún no ha salido de su asombro por la calidad de las primeras imágenes del James Webb, los responsables del mejor telescopio espacial de todos los tiempos han dado muestras de preocupación ante una amenaza, los micrometeoritos, cuya importancia se había subestimado. La colaboración de JWST, en efecto, publicó hace unos días un informe completo en el que se examina todo lo que Webb ha logrado hasta ahora y lo que puede esperarse a lo largo de la misión.
La agencia espacial norteamericana acaba de lanzar desde Australia tres cohetes sonda con una misión muy especial: averiguar si los planetas que giran alrededor de las tres estrellas del sistema Alpha Centauri son, o no, capaces de albergar vida. Para ello, dos de las naves llevan a bordo una serie de experimentos especialmente diseñados para determinar si la luz ultravioleta emitida por Alfa Centauri A (Rigil Kentaurus), Alfa Centauri B (Toliman) y Alfa Centauri C (Próxima Centauri, la estrella más cercana al Sol) resulta dañina para cualquier forma de vida que pudiera haber en los mundos que las orbitan. La tercera sonda estudiará los rayos X que emanan del medio interestelar: las nubes de gases y partículas en el espacio entre las estrellas.
Los matemáticos de la Universidad de Sofía, en Bulgaria, Angel Zhivkov y Ivaylo Tounchev , decidieron hacer un cálculo que en principio resulta más sencillo: predecir la estabilidad del Sistema Solar en un plazo mucho más breve, de 'sólo' 100.000 años.
En 1951, un equipo de investigadores que cartografiaban la zona descubrió en una remota región de Brasil un excepcional yacimiento de fósiles del Pérmico. Según informaron entonces, las condiciones geológicas únicas del lugar habían permitido que allí se preservaran auténticos tesoros de incalculable valor científico. El yacimiento, dijeron, tenía el potencial de aclarar lo que sucedió durante uno de los mayores eventos de extinción en la historia de la Tierra. Pero en 2019, después de más de setenta años, un equipo de investigadores brasileños tuvo éxito donde ellos fracasaron y consiguió 'redescubrir' el tesoro extraviado. Y ahora están empezando a recoger los frutos.
Júpiter es un planeta caníbal, y sus entrañas están llenas de restos de otros mundos 'bebé' que el gigante fue engullendo a medida que se iba haciendo cada vez más grande. Esa es la principal conclusión de un estudio publicado en 'Astronomy & Astrophysics' por un equipo de 16 investigadores de ocho países diferentes. Un equipo que, por primera vez, ha conseguido tener una visión clara de lo que hay bajo la densa atmósfera exterior del planeta gigante del Sistema Solar.
La Agencia Espacial Europea (ESA) acaba de dar a conocer los últimos datos del satélite de observación Gaia. Un extenso catálogo con casi 2.000 millones de estrellas de nuestra galaxia, la Vía Láctea, el más preciso y completo hasta la fecha.
Los científicos llevan ya mucho tiempo sabiendo que el Sistema Solar primitivo fue un lugar extremadamente violento. En medio del caos inicial, rocas de todos los tamaños chocaban entre sí mientras los planetas se formaban. Y éstos, a su vez, hacían lo mismo, unos contra otros, en busca de su lugar orbital alrededor del Sol.
Ahora, y con una precisión sin precedentes, un equipo de investigadores de cinco países y bajo la dirección de Alison Hunt, del Instituto de Geoquímica y Petrología de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, en Suiza (ETH Zürich), acaba de poner algo de orden en ese caos determinando en qué momentos y en qué orden se produjeron algunas de esas colisiones. El trabajo, publicado esta misma semana en Nature Astronomy, se basa en el estudio de fragmentos de asteroides que se estrellaron contra la Tierra.
Desde que sus restos fósiles fueron encontrados por primera vez en Escocia en 1890, Paleospondylus gunni ha desconcertado sistemáticamente a generaciones enteras de científicos. De forma alargada, similar a la de una anguila, este pez de apenas 5 cm que vivió hace 390 millones de años ha resultado, en efecto, imposible de clasificar.
Una nueva hipótesis científica se une a las ya existentes para tratar de explicar por qué hasta ahora no hemos tenido contacto con extraterrestres
Es una de las preguntas más turbadoras que existen. ¿Hay vida inteligente fuera de nuestro planeta? Numerosos investigadores han tratado de encontrar alguna prueba de lo que, por lógica, parece evidente: existen billones de mundos 'ahí fuera' y sería absurdo pensar que sólo en uno, en el nuestro, la vida ha arraigado durante el tiempo suficiente como para dar lugar a seres pensantes.
Un equipo dirigido por investigadores del Laboratorio LIGO (Observatorio de Ondas Gravitacionales por Interferometría Láser) ha conseguido medir los efectos de las fluctuaciones cuánticas en objetos a escala humana.
Un equipo de investigadores dirigido por Yasuhiro Oba, de la Universidad de Hokkaido, en Japón, ha conseguido por fin encontrar también citosina y timina, las dos nucleobases que faltaban, en tres conocidos meteoritos: los de Murray, Murchison y el lago Tagish.
Un equipo de físicos de la Universidad de Princeton acaba de proponer una idea inquietante: la expansión del Universo podría estar frenando, e incluso podría llegar a detenerse por completo dentro de unos 100 millones de años, un tiempo muy breve a escala cósmica. En un artículo recién publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences, los investigadores explican que todo depende de cuál sea la auténtica naturaleza de la materia oscura.
Producción y guion: José Manuel Nieves
Edición: ABC Multimedia
El T. Rex se extinguió hace 66 millones de años, junto al resto de los dinosaurios, tras el impacto de un meteorito que acabó también con más del 75% de la vida en la Tierra. Vivió en lo que hoy es Norteamérica y, desde que Edward Drinker Cope descubrió el primer ejemplar en 1892, tanto su feroz comportamiento como ciertos rasgos de su anatomía siguen intrigando a los científicos.
Un equipo de investigadores del Centro Harvard & Smithsonian de Astrofísica acaba de identificar la galaxia más lejana observada hasta ahora. Bautizada como HD1, se encuentra en el Universo primitivo y ya existía apenas 330 millones de años después del Big Bang.
Los científicos llevan décadas estudiando los remolinos lunares, y se han formulado ya distintas teorías sobre su origen, pero lo cierto es que esas raras formaciones siguen desconcertando a los astrónomos. ¿De qué puede tratarse? ¿Podrían ser una consecuencia no conocida de impactos de meteoritos? ¿O quizá los restos de un antiguo campo magnético lunar? Lo cierto es que no lo sabemos.
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