Fue como si el mismo aire tomara forma visible por unos instantes, algo así como un vapor o humo transparente, fue sólo un instante y se desintegró, pero les juro que alcancé a notar que se había formado la silueta de una persona muy alta y robusta; a Dios gracias sentí confusión más que miedo, no obstante no quise quedarme ahí tratando de analizar lo acontecido, así que salí de la casa y me senté sobre un tronco que había bajo un árbol a esperar que regrese mi esposo. Cuando llegó traté de disimular mi estado de perplejidad, en tanto él me conversaba yo no hacía otra cosa que oírlo en silencio; estoy segura que él se dió cuenta porque en un momento dado dejó de hablar para mirarme fijamente, pero lo llamativo fue que no me preguntó nada de nada...
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