Insistí con la combi, pero no quería hacer contacto. Mis manos temblaban en la llave, no me imaginaba conduciendo en esa condición. De pronto, la radio encendió sola, luego cambió de estación a estación por sí misma. Hasta que quedó en la frecuencia 66.6. Recién en ese momento lo comprendí. Fue cuando verdaderamente me di cuenta de que estaba con el Diablo. Bajé de la combi y mostré la cruz de cristo que tenía bajo mis ropas. El Diablo sonrió, me dijo que le daba ternura. Me decía que no quería hacerme daño, que solo quería ese pacto conmigo. La combi, a cambio de ser el dueño del pueblo. Nuevamente, me sentí embriagado, cualquier sensación de estrés se desvaneció, me sentía completamente relajado. Me imaginaba teniendo toda la comida que deseara, toda la bebida que quisiera. Me conquistó la idea de no necesitar trabajar nunca más. El Diablo me extendió su mano, y estuve a punto de estrecharla. El motor de la combi encendió, y eso me regresó a tierra. El Diablo observó la combi con expresión siniestra
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