De pronto algo se rompió, era como un objeto de cristal. Luego un golpe hizo azotar la puerta de mi habitación y al levantar la mirada hacia las escaleras; ¡ahí estaba de pie una sombra con forma humanoide! ¡no se movía y en lo que era la forma de su rostro, dos luces brillantes resplandecían como si fueran sus propios ojos. Jadeando terminé de bajar los últimos escalones que me quedaban, luego con la falta de aire me fui hacia la cocina cojeando, sosteniéndome de la pared para no caer al suelo. La sombra no se movía y seguía en el mismo lugar, pero en cuestión de segundos cuando me di la vuelta esta ya no estaba.
Entré a la cocina para tomar un poco de agua, cuando abría la llave del grifo, miré que en la tarja estaba el cristo negro que mi abuela había encontrado. Lo tomé entre mis manos y en esos momentos la voz de mi abuela me sorprendió encendiendo la luz de la cocina...
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