Lastimosamente fue un breve espejismo, despegue mi ojo del ojo mágico y al darme vuelta, quede horrorizado, aquel hombre encapuchado estaba frente a mí. No dejaba ver su rostro, utilizaba una túnica, que lo cubría de pies a cabeza, de color azabache, con los filos desgastados y rotos. Intenté golpearle con el perchero, pero estaba en estado de shock, incapaz de decir o hacer algo, para defender mi vida.
– Has estado triste, mucho tiempo – dijo el encapuchado...
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