Ella se llamaba Julia,- me dijo.- Era mi hija. Lamentablemente falleció hace dos años. Como no oía siempre vivió alejada de la gente. Su única compañía fue ese gato. Todas las tardes iba a esa casa a estar con él. La señora que vivía ahí quien era su dueña, se lo dejó cuando se mudó sabiendo que ella lo quería mucho y era su única compañía. Pero cuando mi hija falleció el animal volvió a esa casa.
-Pero yo la veía casi todas las tardes. Así como lo estoy viendo a usted ahora...
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