El abuelo se quedó sentado en su silla y dio un trago a su copa, se reclinó hacia atrás y sus ojos se tornaron totalmente blancos, al mismo tiempo que balbuceaba algo escalofriante, mordía sus labios y brotaba el vital líquido bermellón a borbotones manchando así sus ropas que al ser de un color claro era más que escandaloso lo que estaba sucediendo. Yo corrí hacia la habitación donde me quedaba y de inmediato me cubrí con la sábana creyendo que estaría a salvo de lo que acababa de ver.
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