Cuando menos lo esperamos, una presencia oscura estaba al frente de nosotros, casi a 40 metros aproximadamente. No podía distinguir que era, precisamente, una mancha con forma ovalada que imitaba una silueta humana. Los caballos se alteraron, el de Luis casi lo arroja al suelo. Salimos en dirección opuesta sin dudarlo. No recuerdo la cantidad de groserías que gritamos en el camino producto del miedo. Tuvimos que desviarnos por otro camino más largo para llegar a nuestra casa, recorriendo 3 kilómetros de más. Al llegar a casa dejamos a nuestros caballos y entramos corriendo.
Toda la familia nos vio agitados, no hacía falta decir que algo había pasado. Cuando mi madre se animó a preguntar qué pasó, Luis habló con palabras sueltas sin lograr hilar una oración. Luego de que se calmara expliqué sobre la presencia oscura a nuestro frente y como los caballos enloquecieron...
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