Pronto la vista se me aclaró y a pesar de que no había luna llena, aquello que brillaba eran más que nada los ojos de unas mulas que relinchaban y galopaban con toda su fuerza.
Jalaban una carreta como de fierro totalmente como si fuera de color negro (en realidad así la percibía en ese momento) sobre la carreta alguien tiraba de los caballos con un látigo para que estos siguieran galopando por lo que se quedaban de dolor al mismo tiempo.
No pude ver quién era la persona que tenía el control de la carreta ya que llevaba una capucha que le cubría la cabeza y solo podía ver sus manos usando el látigo pero que se protegían con unos guantes de color negro.
La carreta pasó en ante mis ojos, dirigiéndose hacia los campos de cultivos, eran tan rápida la velocidad de las mulas, que las ruedas de la carreta emitían pequeñas chispas que alumbraban la oscuridad...
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