Sin más que decir dio la vuelta y fue caminando asta donde su caballo que ya en la oscuridad con la ayuda de la luna brillaba igual que sus ojos, daban un toque de terror, parecía ser el mismo caballo del Diablo y luego de ver montar a ese hombre admiraron con que facilidad subió al caballo dando este un reparo y relinchido fortísimo, solo con la rienda en la mano y sin fuete salió disparado de ahí echando chispas de las patas con el choque del pavimento y piedras.
Muchos se persignaron por qué adivinaban que eso era el Diablo y otros se reían y decían que era solo un fuereño muy rico de algún rancho cercano...
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