Escuchamos un golpe seco sobre el parabrisas, de inmediato levantamos la mirada y quedamos aterrorizados al ver a una gallina sobre el mismo, esta estaba degollada y mientras que un gran chorro de sangre bañaba el vidrio, nos estremecimos al oír esas risas que yo ya había escuchado minutos antes. Una lluvia de piedras comenzaron a golpear el auto, sin comprender aún lo que estaba sucediendo subimos todos los vidrios para protegernos, era impresionante y a la vez aterrador, ver ése espectáculo; las piedras parecían provenir de varios lados a la vez, las risas se podían oír cada vez más fuertes y nosotros sentíamos que se nos congelaba la sangre...
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