Le conté la situación a mi tía, y me dijo que era extraño. Que por mis palabras el agua de calzón funcionaba. Pero que, quizás, él no se había divorciado. Según mi tía, el agua de calzón es fuerte, pero si el hombre tiene voluntad de hierro y está enamorado de su pareja, no hay agua de calzón que lo haga caer. Le dije que no, que se había divorciado. Y eso era algo que todos lo teníamos bien en claro.
Un día, perdí la paciencia. Mandé todo al demonio. Me crucé con Manuel, y en la primera sonrisa le robé un beso...
Hosted on Acast. See acast.com/privacy for more information.