A las dos semanas conseguí un trabajo bastante en cuenta, con un horario flexible y bien pagado. Con solo dos meses más, logré juntar dinero y me fui a vivir solo de nuevo. En cuanto conseguí alquiler me dispuse a buscar a alguien experto en brujería. Y es ahí donde decidí desquitarme con mi hermano. Sin embargo, no le realicé un mal directo, fui hacia Mariana. Me entrevisté con un anciano experto en brujería, le planteé que quería hacerle un amarre a Mariana, uno muy fuerte que hiciera, que ella no me sacara de su mente. Aquel anciano era alguien inexpresivo, y a pesar de contarle mi interés por ella no se inmutó en lo más mínimo. Por su puesto que no expliqué mi diferencia con mi hermano, esa parte no me interesaba contarlo. Me pidió que escribiera su nombre y fecha de nacimiento en un trozo de papel. Él deslizó la yema de su dedo gordo sobre el papel varias veces. Lo noté con una expresión dudosa, así que cubrió el papel con algún tipo de perfume o fragancia para repetir el proceso anterior
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