Esa noche, a la hora de dormir, no tenía una gota de sueño. La mezcla de pensamientos cruzados no me dejaba descansar. Decidí levantarme a beber algo de whisky hasta que me llegara el sueño. No dejaba de pensar en lo que me dijo mi tía, y la posibilidad de que Pedro me hubiese hecho algo. Mientras me quedé con la vista perdida, noté como la botella de whisky se giró sobre sí misma. Fue un movimiento mínimo, apenas unos grados, pero no había manera de que se pudiese mover de esa manera por quedar mal apoyada. No sentí miedo ni nada por el estilo. Observé la botella con detenimiento esperando a que pasara algo más. De pronto, salió volando estrellándose contra la pared. Salté del susto y encendí las luces
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