Y seguí llorando incado, mirando como Víctor salía del espejo que estaba al lado de la puerta.
Vi como se levantó sin perderme de vista, era tan parecido a mi, mirándome a las risas me dijo.
Gracias por la cena.
Sarita y su amigo reían de mis gritos y de mi llanto.
Pero pronto callaron.
Sarita miraba como enfrente de ella Hugo poco a poco se fue levantando, Hugo ya no era el mismo, la cara, sus brazos y manos eran diferentes, sus ojos brillantes y oscuros le decían que tenía que huir de ahí, pero sus piernas por alguna extraña razón no le respondían...
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