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Después de años de ser transmitida por Grupo Radio Centro vuelve en versión podcast la radionovela La Virgen Encadenada.
La vida de la noble e inocente Soledad, una humilde jovencita que se gana la vida cantando en las calles, da un vuelco repentino cuando se encuentra con René Esquivel, un aristocrático muchacho que se hace pasar por representante de artistas para cumplir con los últimos deseos de su abuela muerta y evitar así que su avariciosa familia pierda la herencia de la matriarca. La ternura y la compasión deberán luchar contra la diferencia de clases y los prejuicios en La Virgen Encadenada, una radionovela clásica que nos recuerda la fuerza del amor. Protagonizada por Gina Cabrera y Jorge Félix.
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Hilario teme que Solita no pueda volver a ser feliz, mientras recuerda con nostalgia y pena a su difunta hija, madre de sus adorados nietos. Solita va atando cabos sobre la intriga de Bobby y Gladys.
Solita intuye que René está sufriendo tanto como ella y le confiesa a Perla Negra que debe verlo para saber por qué la engañó. Hilario está de acuerdo con que su nieta busque al joven para resolver el triste malentendido.
Leticia enfrenta a Ramón y le dice que si René ve con ojos de amor a Solita, ella también lo hará. Para Ramón, obsesionado con las diferencias de clases, este razonamiento es inadmisible. René sigue en la búsqueda frenética de Solita.
Solita desahoga su dolor con la buena amiga Perla Negra, a quien encontró en el mercado y quien le comparte sus pensamientos sabios. Perla Negra, que ahora vive en una casa gracias a un enamorado, les ofrece dónde vivir.
Solita, Hilario y Tribilín vuelven a batallar en las calles con el hambre y la falta de un hogar donde descansar. René se acerca a su amada.
Solita, Hilario y Tribilín vuelven a trabajar en las calles como artistas bohemios. Mientras tanto, René sigue en la búsqueda frenética de su amada.
Virginia ve con la cabeza más fría la situación que los Esquivel atraviesan e intenta convencer a Leticia de que las cosas lograrán componerse. Inesperadamente, Ramón Esquivel vuelve a casa y celebra la huida de Solita y su familia. Por su parte, la noble jovencita está en la calle inconsolable cuestionándose por qué René la engañó.
René pasa la noche en las calles de la ciudad buscando con angustia y desesperación a Solita, no concibe haberla perdido y está dispuesto a confesarle todo y rogarle que lo perdone, porque su amor es indescriptible e infinito.
Horrorizado, René descubre que Solita, don Hilario y Tribilín han abandonado la casa sin avisar a nadie. Mientras René lamenta que ha perdido a su único amor, a Leticia le aterra perder la herencia de su difunta madre.
Ante la incredulidad de Leticia, René le explica por qué Gladys es una mujer insidiosa y malvada cuya única intención es lastimar a Solita y a él mismo. La madre del joven desestima la acusación de que Gladys emborrachó a Solita para hacerla quedar mal.
Mientras Solita, Hilario y Tribilín se preparan para dejar sin que nadie se entere la casa de los Esquivel, Leticia y Virginia buscan a René para recriminarle su actitud contrariada con Gladys
Dolido e inconsolable, Hilario decide contarte la dolorosa verdad a Solita. Heridos y traicionados, deciden abandonar la residencia de los Esquivel.
El altercado entre Gladys y René escala de manera estrepitosa. Él está convencido de que Gladys y Bobby están tramando algo en contra de Solita. Iracundo, René termina corriendo de la casa a Gladys y Virginia. Aprovechando el escándalo, Hilario propone irse de la casa de los Esquivel.
Hilario, con el corazón roto, llora ante la verdad que ha descubierto. No puede con el profundo dolor que le causa saber que Tribilín y Solita volverán a la miseria de las calles después del cruel engaño de René y su familia. El joven y su malvada exnovia vuelven a tener un terrible desencuentro.
Después de dejar a Solita en su habitación, Leticia y Virginia discuten con René. Su madre le pide que deje de tratar con desprecio a Gladys y que no se atreva a poner en peligro el plan para obtener la herencia tan deseada. La discusión a gritos revela verdades incómodas.
René, encolerizado, no puede calmarse ante la furia que la trampa de Gladys le ha causado. A pesar de su malestar, Solita logra calmar con ternura y comprensión al furioso muchacho. René se muestra temeroso de la decepción que Solita pueda sentir cuando se entere de toda la verdad.
Solita, rendida por los efectos de los tragos que Gladys le dio a base de mentiras, está postrada en su cama totalmente alcoholizada. René sospecha que Solita ha sido presa de una trampa de Gladys. Solita le cuenta a René que fue Gladys quien le propuso hacer un brindis, confirmando las sospechas del joven.
Bobby ve frustrado momentáneamente su plan de aprovecharse de Solita cuando René logra interceptar a Gladys, quien ha emborrachado a la noble jovencita. René pelea con Gladys y le dice sus verdades.
La insidiosa Gladys logra que Solita tome completos dos tragos bien cargados mientras Solita cede a los efectos del alcohol. René y Bobby se hacen de palabras en la fiesta.
Aprovechando la felicidad que siente Solita por su gran debut en la fiesta, la malvada Gladys logra convencerla de beber alcohol, con el pretexto de hacer un brindis. René le expresa a Leticia la total desconfianza que le inspira Gladys.
Leticia, cuyo orgullo ha cedido a la ternura de Solita, entiende el amor que su hijo siente por la noble muchacha, pero expresa su preocupación por el disgusto que Ramón sentirá cuando se entere de la relación de Rubén y Solita. Mientras tanto, Bobby presiona con inusual insistencia a la jovencita para que beba alcohol en la fiesta.
Virginia descubre a René y Solita muy juntos, apartados de la fiesta. A Solita le abruman las preocupaciones y le pide a René que sigan manteniendo su noviazgo en secreto porque sabe que todos reprobaran que ella, una muchacha pobre, sea la enamorada de un joven aristócrata como René. Leticia también se ha dado cuenta del amor que se tienen y eso le causa una gran impresión.
A pesar su maestría en hipocresía, Gladys ya no puede ocultar la furia y frustración por no lograr llevar a cabo su malvado plan. Mientras Gladys escupe furia y envidia, René y Solita siguen expresándose con poesía su inigualable amor, con la fastuosa fiesta como escenario.
En plena fiesta, René y Solita no pueden evitar expresarse palabras amorosas. Solita sucumbe al miedo de que puedan ser descubiertos, mientras que René le expresa que ya no le importa que todos se enteren de que ya son novios. Bobby y Gladys no hallan la manera de llevar a cabo su insidioso plan, ya que René no se le despega a Solita.
Después de su exitosa presentación, un joven del público se le acerca a Solita para asegurarle que él puede hacer que se presente en televisión. René, como su supuesto representante, se opone a esta oferta por no considerarla lista para debutar. El joven le recuerda a su novia que debe prepararse bien para aprovechar la oportunidad que se le acaba de presentar.
René anticipa las intenciones insidiosas de Gladys. Con Bobby a la guitarra, Solita interpreta maravillosamente "En el tronco de un árbol", de Eusebio Delfín, a petición sentida de Leticia, quien no puede ya negar el cariño que siente por la muchacha. El público recibe con entusiasmo los cantos de Solita, que se consolida como una gran artista.
Solita recibe desbordada de emociones la ovación que le dan los invitados a la fiesta. Hilario observa con lágrimas en los ojos la escena, y Bobby no puede ocultar el amor que siente por la humilde muchachita. Leticia tampoco puede ocultar la ternura y el cariño que Solita le despierta. Por su parte, a Gladys la invade la envidia.
En plena fiesta, Bobby y Gladys detallan cómo emborracharán a Solita para hacerle creer que Bobby ha abusado de ella. Gladys reconoce que todo esto ya no lo hace por volver con René, sino para vengarse de él por despreciarla. Sin imaginar la insidia que han planeado para ella, Solita Rivero por fin es presentada en sociedad.
Solita y René siguen expresándose su amor infinito e incondicional. Por un momento, gracias a las palabras amorosas de René, Solita olvida su preocupación por Hilario. Por fin inicia la tan esperada fiesta.
Ante el asombro de Gladys y el alivio de René, Leticia acepta que siente simpatía y cierta admiración hacia Solita. Toda la familia está ocupada en los preparativos de la fiesta que se llevará a cabo esa misma noche. Aunque a Solita le entusiasma la fiesta, el filo de una pena y la preocupación por la incomodidad de su abuelo Hilario se clava en su pecho.
Dolores, la madre de Gladys, recibe a Ramón con derroche de hipocresía. Por su parte, el anciano se deshace en halagos a la insípida Gladys y en críticas hacia su hijo René por tratar como iguales a personas de distinta clase social. Por teléfono, Gladys y Bobby siguen elucubrando la insidia.
René y Solita se confiesan que son el uno del otro. El guapo joven aristócrata le explica que es su inocencia y su ilimitada bondad lo que lo tiene tan enamorado. Virginia y Leticia discuten por las emociones desbordadas de Leticia ante la partida de Ramón.
Leticia está desconsolada por el viaje a la playa de Ramón. René quiere manejar con discreción las emociones desbordadas de su madre para que Hilario no se dé cuenta de que lo que obligó a Ramón irse de viaje es el disgusto que los nuevos inquilinos le ocasionan. Rubén le dice a Leticia que prefiere renunciar a la herencia que seguir engañando a Solita, Hilario y Tribilín, a quienes considera sus iguales.
René le confiesa a Gladys que nunca la amó. Por su parte, la insidiosa jovencita logra convencer a Leticia y Virginia de la importancia de llevarse a Ramón lejos de la casa para no obstaculizar la recuperación de la herencia.
Para disgusto de Gladys, su madre le informa que es imposible llevar a Ramón Esquivel a su casa de la playa porque ella y su esposo planean irse de viaje a otro destino en esos días. René manifiesta su desconfianza ante las intenciones de su frívola exnovia.
Gladys, como la jovencita mimada que es, le revela a Bobby que a sus papás les caería fatal tener como invitado en su casa de la playa al viejo Ramón Esquivel, pero tendrán que aceptarlo porque así lo quiere ella y es necesario mantener lejos a Ramón para que no estropee el malvado plan.
Bobby y Gladys afinan los detalles del malvado plan que han fraguado contra Solita para obligarla a casarse con el irrespetuoso primo. Ante la mala actitud de Ramón, Gladys intenta convencerlo de irse unos días a la casa de playa de su familia.
Virginia, Bobby, Leticia y Gladys le mienten a Solita con descaro entusiasta sobre las razones para dar una fiesta en su honor, mientras planean los detalles ante una Solita ingenua y feliz. A René lo invade el disgusto y el repudio.
René y Solita se enteran de que la fiesta ha sido adelantada. Solita recibe ilusionada y con emoción la noticia y exalta la bondad de sus benefactores, sin imaginar que todo es un engaño y que, además, le están tendiendo una trampa.
Leticia rompe en llanto por los reclamos de Ramón y la presión que siente por mantener la farsa para cobrar la herencia de su madre. Comentarios malintencionados de Bobby despiertan sospechas en Leticia acerca de la alegría y conformidad de Solita, Hilario y Tribilín en casa de los Esquivel.
Hilario recibe con extrañeza la actitud extremadamente zalamera y familiar de Virginia y Leticia, quien ha tomado el consejo de su hermana y ha cambiado su proceder. Hilario regaña a Tribilín por no saber comportarse. Ramón sigue con su actitud de rechazo y enojo.
Ahora que René y Solita se han confesado su amor y se han convertido en novios, al joven lo carcome más que nunca la culpa por la mentira que aún sigue gobernando para conseguir la herencia de la abuela. René también le advierte de las malas intenciones de Gladys. Virginia le advierte a Leticia que si tratan mal a los nuevos inquilinos todo puede perderse.
Perla Negra comparte con alegría la felicidad de los enamorados secretos y le aconseja a Solita vivir su amor sin miedo a hacerse de enemigos, porque de todos modos habrá quien no esté de acuerdo. Por su parte, René y Solita se reiteran su amor.
Leticia le exige a su hijo que, si no piensa volver con Gladys, por lo menos escoja como su futura esposa a una mujer que sea de su rango y alcurnia. René sabe que no puede cumplir con esa petición. Por su parte, Virgina le dice a Leticia que entiende por qué René no puede estar con una mujer tan descolorida como Gladys.
Solita le cuenta a Perla Negra que ella y René se aman y son novios. Por su parte, Leticia habla con René acerca de su ruptura con Gladys.
Leticia manifiesta frente a Hilario su disgusto por una inesperada visita de Perla de Negra a Solita. Bobby la convence de que debe hacer el sacrificio de aguantar a la familia de Solita para obtener la herencia tan deseada. Perla Negra le advierte a Solita que se cuide de Gladys.
Solita y René han sellado su amor con un primer beso. Después de compartir ese momento de incontrolable amor, René le habla a Solita de casarse y le dice que no quiere separarse nunca de ella.
La insidiosa de Gladys pone en marcha el malvado plan que ha elucubrado con Bobby. Aprovechando la visita en casa de los Esquivel, se dirige a la habitación de Solita para prometerle que ella misma la arreglará y le prestará sus joyas para la gran fiesta. Solita, sin sospechar nada, se emociona por la aparente generosidad de la malvada exnovia de René.
Gladys, acompañada por Jimmy, otro aristocrático muchacho, visita la casa de los Esquivel. Ahí logra convencer a Ramón de dejar su reclusión y volver a convivir con el resto de la familia. Leticia está empeñada en que su hijo rehaga el compromiso con Gladys.
René le dice a su madre que ha roto su compromiso con Gladys y que no piensa volver con ella. Leticia le implora que recapacite y comienza a elucubrar la manera de reunir a su hijo con la insípida heredera. Solita, manipulada por Bobby, logra convencer a René de llevar a cabo la fiesta.
A pesar de la rotunda negativa de René, Bobby logra convencer a Solita de llevar a cabo la fiesta en la que la presentarán en sociedad. A la jovencita le emociona tener la oportunidad de demostrar su talento artístico ante personas importantes. Ramón amenaza con abandonar la casa familiar.
Por el amor que Solita siente por René y cree imposible, la muchacha se rinde a la tristeza. René, preocupado, le recuerda que su felicidad depende de la de ella. Ella batalla con sus sentimientos de amor y la imposibilidad de confesarle a René que lo ama, pero el amor entre ambos es más grande que cualquier impedimento.
Exasperado, René le confirma a Gladys que ya no la quiere y que su corazón pertenece a otra mujer, pero se opone a revelar la identidad de ese nuevo amor. Aunque Gladys y Bobby saben quién es la mujer a la que René ama, guardan el secreto ante una asombrada Virginia, que no cabe en su asombro. Mientras tanto Ramón Esquivel no deja de manifestar su disgusto por los nuevos inquilinos.
Bobby y Gladys planean dar una fiesta para presentar a Solita en sociedad, con la malvada intención de hacerle creer a la jovencita que Bobby se aprovechó de ella y, así, obligarla a casarse con él. Solita, por su parte, está desconsolada por el amor que siente por René.
Bobby se aprovecha de la desesperación de Gladys para revelarle un secreto: él está enamorado de Solita y quiere casarse con ella. El descarado primo le propone un malvado plan a Gladys para que René y Solita no puedan estar juntos.
Con la llegada de Solita, Hilario y Tribilín a casa de los Esquivel, las emociones afloran en los miembros de la familia. Ante la sorpresa de Gladys, a quien no le queda más que fingir que está de acuerdo, René lleva a Solita a comprar un piano para que empiece sus lecciones de música. Quiere estar a solas con ella para confesarle su amor y descubrir si es él de quien Solita está enamorada.
Con hipocresía y falsa amabilidad por parte de los Esquivel Gay, Solita, Hilario y Tribilín son recibidos en su nuevo hogar. Particularmente Gladys demuestra una exagerada simpatía por Solita, quien no puede ocultar la tristeza ante los falsos dichos de Gladys sobre el supuesto amor que René siente por ella. Por su parte, René está decidido a confesarle su amor a Solita.
Mientras Solita, Tribilín e Hilario, acompañados por su amiga Perla Negra, viajan con Bobby y René rumbo a su nuevo hogar; en casa de los Esquivel, el patriarca Ramón entra en conflicto con su cuñada Virginia por el futuro que les espera al lado de sus nuevos inquilinos.
De camino a recoger a Solita, Hilario y Tribilín para llevarlos a vivir con los Esquivel, René le confiesa a Bobby que está enamorado de Solita. Cuando por fin llegan al cuartito donde vive la muchacha y su familia, René la encuentra cambiada, triste y distante. No se imagina que esa distancia es porque ella ya sabe que lo ama y la llena de tristeza no ser correspondida, como ella erróneamente cree.
René va a un bar a despejar su mente después del episodio en el que el roce de sus manos y las de Solita evidenció el amor que sienten el uno por el otro. Ahí, el joven conoce a una mujer madura con quien comparte impresiones sobre el amor. Ella le cuenta que ama a un jovencito al que le dobla la edad. Al ir a dejarla a su casa, René descubre que la misteriosa mujer está enamorada del primo Bobby. René le hace una confesión impresionante a Bobby.
Solita, por fin, se da cuenta de que todas las emociones contradictorias que siente desde que René llegó a su vida no se tratan de otra cosa más que de un amor irrefrenable por el joven aristócrata. La tristeza la invade y busca consuelo en los brazos de su abuelo Hilario, quien la aconseja con sabiduría.
La noche previa a la mudanza, René visita a Solita, quien le dice que, aunque se siente feliz por la nueva vida que está a punto de iniciar, un oscuro presentimiento la llena de tristeza. Después de compartir un momento juntos en el que se dicen lo mucho que se admiran, René besa la mano de la jovencita ingenua, lo que provoca una reacción inesperada.
Después de recibir la noticia de que por fin vivirán en casa de los Esquivel; Solita, Hilario y Tribilín están con ánimo celebratorio, ya que creen que su suerte ha cambiado para bien. A René lo consume la culpa, tanto como el amor irrefutable que siente por Solita.
René y Bobby van a casa de Solita para anunciarle que por fin la llevarán a ella junto a Hilario y Tribilín a vivir con la familia Esquivel. Solita, sin darse cuenta de que lo que siente es un irrefrenable amor por René, le dice ingenuamente que cuando está con él siente inmensa felicidad.
René, con una docilidad inusitada causada por el repentino ataque de su madre, le asegura que hará todo lo necesario para mantenerla feliz y tranquila, incluyendo una futura boda con Gladys. El primo Bobby insinúa que el desmayo de su tía Leticia fue fingido.
El enfrentamiento familiar que Gladys ocasionó por su repentino cambio de actitud provoca que Leticia sufra un muy conveniente desmayo tras una crisis nerviosa.
René y Bobby desconfían de la repentina buena fe de Gladys con respecto al plan de llevar a vivir a Solita a casa de los Esquivel. El inesperado cambio de actitud de Gladys y su aparente benevolencia, enfrenta aún más a René con su padre Ramón.
René le pregunta a Solita si alguna vez ha sentido la dicha inefable de amar y si no será que esa mezcla confusa de alegría y tristeza que ella siente significa que está enamorada y no lo sabe; ante los cuestionamientos, ella se asusta. Bobby le pregunta a René si ama a Solita, porque tiene intenciones de enamorarla.
Mientras los jóvenes disfrutan del carnaval, Gladys jura que hará llorar una eternidad de lágrimas a Solita por ganarle el amor de René y pone en marcha un malévolo plan para hacerla a un lado.
Gladys intenta componer su ya deteriorada relación con René, pero este manifiesta su total desinterés por ella. Mientras Solita, René, el primo Bobby y Perla Negra se divierten en el Carnaval de la calle Infanta, Gladys observa devastada y furibunda desde su coche.
Después de la terrible discusión entre René y su padre, el joven decide ir a casa de Solita, Hilario y Tribilín para contarles la verdad y terminar con la farsa. El primo Bobby evita que René revele las verdaderas intenciones de su familia y expresa su interés por Solita.
René tiene una fuerte discusión con su padre, Rubén Esquivel, porque este se empeña en defender jerarquías sociales que para el joven son anticuadas y no representan más que un orgullo estúpido. En medio de esta discusión, René pone en duda su compromiso con Gladys.
Rubén le confiesa a Solita que desde que la conoce ve la vida de manera diferente. Antes era un hombre triste que fingía vivir una vida feliz, pero ahora siente verdaderos ímpetus para perseguir sus sueños. Sin saberlo, revelan el amor que se sienten el uno por el otro, ante la presencia oculta de un preocupado Hilario que pide consejo a Perla Negra.
Solita trata de dilucidar por qué siente una mezcla de inmensa alegría y tristeza, pero su ingenuidad no le permite descubrirlo. Mientras tanto, Hilario recuerda con cariño y nostalgia a Rosario, la madre fallecida de Solita y Tribilín; y le confiesa acongojado a la memoria de su hija que sabe que Soledad ya está enamorada de Rubén.
A Solita la inunda la emoción mientras canta frente a la familia Esquivel. Su imponente pero tierna presencia desata distintas reacciones entre los miembros de la familia de René que no dudan en expresar sus opiniones. Solita no sabe qué fue lo que la hizo llorar mientras cantaba.
Por fin ocurre el tan esperado encuentro entre Solita, Tribilín e Hilario, y la familia Esquivel. Entre las burlas de Gladys, el desprecio de Rubén y la estupefacción del resto de los integrantes de la familia, a Soledad la inunda la emoción mientras demuestra sus dotes de artista.
Gladys le ofrece a los Esquivel un préstamo de dinero para no tener que convivir con Soledad, Tribilín y su abuelo y evitarle a Ramón Esquivel los achaques de salud por permitir que personas de menor rango social entren a su casa. Soledad, Tribilín e Hilario llegan por fin a casa de los Esquivel.
El día ha llegado: Soledad, Tribilín y su abuelo conocerán a la familia Esquivel. Mientras ella le agradece a Dios por el milagro de conocer a un hombre tan bueno como cree a su supuesto benefactor, a René lo atormentan los remordimientos por mentirle a Soledad para obtener la herencia de su abuela.
Ante la emoción inusitada de Soledad, René se da cuenta de que comienza a tener sentimientos románticos por la jovencita. Mientras tanto, la ambiciosa familia Esquivel le reclama por las atenciones que tiene con alguien que no es de su misma clase social.
René lleva a pasear a Soledad en su auto convertible para contemplar La Hábana nocturna. Frente a las olas del mar en el Malecón, ambos jóvenes hablan sobre el amor. La emoción inunda a la ingenua Soledad.
Los Esquivel Gay discuten sobre la llegada de Soledad, Tribilín e Hilario a su casa. Mientras Ramón Esquivel, el padre de René, dice que prefiere morir en la ruina antes que codearse con la chusma, su esposa Leticia y Virgina, la hermana de esta, aseguran que deben hacer todo por cobrar la herencia de su madre.
Al conocer la casa de Soledad, Tribilín e Hilario en una vecindad, René se conmueve por las condiciones de pobreza en las que viven. Le molesta que un ángel como Soledad pueda vivir entre tanta miseria. René está dispuesto a darle a Soledad la vida que merece. Los Esquivel reniegan de la futura presencia en su casa de la "familia de indigentes", como les llaman.
Soledad le agradece entre lágrimas a René su generosidad y comparten un abrazo. En René crece la culpa por mentirle a Soledad para cumplir las ambiciones de su familia. En un restaurante fino, Soledad, Tribilín e Hilario demuestran que no conocen los modales de la gente rica.
Los Esquivel le reclaman a su hijo que haya hecho molestar a Gladys, una gran heredera que puede salvarlos de la ruina. Gladys intenta reconciliarse con René, pero nota que es más grande la indiferencia. René llega por la familia de Soledad con regalos para todos antes de llevarlos a su nueva casa.
Soledad, Trbilín e Hilario aceptan la propuesta de René de ir a vivir con él y su familia para que pueda enseñar a Soledad a ser una gran artista de la televisión. La nobleza de Soledad hace sentir culpable a René por el engaño. Por su parte, los aristocráticos padres de René están molestos con su hijo porque nunca se ha comportado de acuerdo a su jerarquía y linaje.
René ve el espectáculo callejero protagonizado por una jovencita llamada Soledad, su hermanito Tribilín y su abuelo Hilario, y queda maravillado por la belleza y talento de Soledad. Ante el desprecio y la oposición de Gladys, decide que será Soledad la mujer que educarán para poder acceder a la herencia de su abuela. Para lograr convencer a Soledad y su familia, se hace pasar por un agente artístico.
La aristocrática y pedante familia Esquivel Gay se reúne para discutir la temible condición que la matriarca les impuso para poder recibir la herencia millonaria que dejó: si no quieren perder todo el dinero en manos del notario, deberán buscar a una muchacha de origen humilde para educarla, convertirla en una mujer de bien y casarla. Ante la mirada horrorizada de su antipática novia Gladys, el guapo y educado René Esquivel encontrará en una calle venida a menos a la joven indicada para cumplir los deseos de su difunta abuela.
La ternura y la compasión deberán luchar contra la diferencia de clases y los prejuicios en La virgen encadenada, una radionovela clásica que nos recuerda la fuerza del amor. Protagonizada por Gina Cabrera y Jorge Félix.
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